Este jueves, 17 de julio, se cumplen 10 años del fallecimiento de Jules Bianchi, el último piloto de Fórmula 1 que perdió la vida durante una carrera.

El francés, en ese entonces de 25 años, sufrió un grave accidente en el Gran Premio de Japón de 2014, disputado el 5 de octubre. Sufrió una serie de lesiones cerebrales que lo llevaron a fallecer nueve meses más tarde en su Niza natal.

Era nieto de Mauro Bianchi, piloto italiano; sobrino nieto de Lucien Bianchi, quien también corría; y padrino de Charles Leclerc, actual piloto de la escudería Ferrari de Fórmula 1.

Corrió en Fórmula 3 Euroseries y ganó el título en 2009. Luego ingresó a la academia de pilotos de Ferrari, equipo del que fue reserva de F1 en 2011. En 2012 ocupó el mismo rol en Force India y al año siguiente recaló en Marussia, escudería que le dio la oportunidad de debutar en Fórmula 1.

Su mejor posición en la F1 fue en el Gran Premio de Mónaco de 2014, cuando finalizó noveno, y esos dos puntos que ganó fueron los únicos que sumó en su carrera.

El accidente y lo que vino después

En la vuelta 43 de Suzuka, se salió de la curva, perdió el control del auto e impactó contra una grúa que estaba retirando el auto de Adrian Sutil, quien, en la vuelta anterior, se había salido de pista.

El impacto fue frontal a 126 kilómetros por hora, y quedó incrustado debajo de la grúa.

Lo trasladaron inconsciente al hospital, y se constató que sufrió una lesión difusa axonal. En noviembre fue trasladado a Francia, ya que había salido del coma artificial, pero seguía en estado crítico. Nueve meses después del accidente, falleció.

Fue la primera muerte de la Fórmula 1 desde que ocurrieron las de Roland Ratzenberger y Ayrton Senna en el Gran Premio de San Marino de 1994.

Luego de este accidente, la FIA cambió algunos aspectos de seguridad, como el ingreso del safety car (auto de seguridad) cuando una grúa está retirando un monoplaza, y la incorporación del halo para resguardar la integridad de los pilotos.