Con más de 100 años de existencia, la curiosa historia de este emblema característico de la lujosa marca de autos británica, comienza y valga la redundancia, con una historia de amor.

Según se cuenta, el editor y militar británico Lord Edward Douglas-Scott-Montagu decidió aplicar en su Rolls Royce una imagen de quien fuera su amante, Eleanor Velasco Thornton, plasmada en una estatuilla de unos 18 cm de altura realizada por el escultor Charles Sykes.

En esta primera aproximación, la mujer aparecía con el dedo índice sobre la boca, en representación a ese amor prohibido. Esta escultura primigenia se llamó "The Whisperer" (el susurro).

En 1910 empezó a cobrar fuerza la costumbre de identificar los automóviles con determinados íconos y debido a que varios propietarios de Rolls-Royce comenzaron a adornar su parte delantera con elementos de dudoso gusto, Mr. Claude Johnson, que en aquel entonces era el director gerente, se propuso crear un emblema digno de reposar sobre los radiadores de los Rolls-Royce.

Esta escultura fue punto de partida y origen de la mascota definitiva que se trasladaría a todos los vehículos, en la que una figura femenina, aún inspirada en Eleanor, se inclinaba hacia adelante al tiempo que echaba los brazos hacia atrás y sostenía una especie de capa. Nacía así, esculpida en bronce,"The Spirit of Speed" (El espíritu de la velocidad), que más adelante pasó a llamarse "The Spirit of Ecstasy" (El espíritu del éxtasis).

En un principio sus medidas eran de unos 18 centímetros y se realizaba en metales blancos, si bien con el tiempo su tamaño se redujo a poco más de siete centímetros y medio, medidas que tiene en la actualidad, y ha pasado a fabricarse en acero inoxidable pulido de manera artsenal, de modo que no existen dos iguales.


La dama se oculta

Pero los tiempos cambian y hay nuevos padrones de seguridad y protección cada vez más exigidos por autoridades y consumidores.

La Dama Alada de Rolls Royce representa un serio riesgo de lesión a la hora de un siniestro que involucre a peatones, amén del costo que la hace un objeto muy apetecido por los amigos de lo ajeno.

Para solucionar ambos problemas, la marca destinó trabajo y dinero en busca de un mecanismo capaz de resolver el tema.

En lugar de quitar definitivamente a la anciana señora, el equipo de ingenieros desarrolló un sistema complejo que pesa más de 3 kilos y contiene una serie de motores y sensores, capaces de ocultar hacia adentro a la estatuilla, sustituyéndola por una tapa lisa y llana en apenas un instante, cuando el mecanismo detecta la ocurrencia de una colisión.

Sucede lo mismo toda vez que se apaga el motor, y vuelve a "emerger" cuando se reinicia la marcha.

Para incluir ese sistema en el equipamiento de fábrica, hay que desembolsar algo más de 3.000 dólares adicionales, con los que se resuelven ambos problemas.

Claro, primero es necesario tener el resto del costo del Rolls Royce.

Luis Piedra Cueva / Airbag