Estos son solo algunos de los ochenta automóviles de lujo que poseyó el expresidente de la desaparecida Yugoslavia Josip Broz "Tito".

La principal colección de coches del mítico exlíder partisano y luego jefe socialista del Estado que se desintegró hace ya más de un cuarto de siglo puede visitarse ahora en el Museo Técnico de Eslovenia, en Bistra, al sur de Liubliana.

Los quince vehículos, entre ellos dos coches arrebatados al ejército nazi, así como donaciones de líderes soviéticos como Iósif Stalin y Nikita Jruschov, reflejan la movida historia del país balcánico durante los 35 años que Tito estuvo en el poder, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1980.

Los exhibidos en Bistra son tan solo una parte de los cerca de ochenta e incluyen a los once que fueron trasladados en 1986 a Eslovenia desde Serbia, cuyo Gobierno los reclama sin éxito.

Liubliana sostiene que le corresponde poseerlos como parte de los bienes que debió heredar del desaparecido Estado común que era Yugoslavia.

Entre los coches destaca un Mercedes 540K blindado, usado en su momento por Alexander Löhr, comandante del Tercer Reich para el sureste de Europa.

"El vehículo fue capturado por los partisanos antifascistas en la frontera entre la entonces Yugoslavia y Austria", cuenta a Efe Boris Brovinsky, jefe del departamento de transporte del museo.

El automóvil del tipo Horsch 951A Pullman Cabriolet también es un trofeo de la Segunda Guerra Mundial, adquirido por el ejército soviético y luego donado al líder comunista yugoslavo.

Para Brovinsky está claro que en su política exterior Tito no olvidaba el simbolismo de la procedencia de su coche.

Así, por ejemplo, cuando en 1948 el líder yugoslavo rompió con Moscú para buscar "una política de equidistancia" entre el bloque soviético y el occidental, desistió de usar el Packard 12 que le había regalado Stalin (expuesto ahora en Bistra) tres años antes.

"Entonces expulsó ese coche de su flota de autos, y Yugoslavia compró en 1949 de Estados Unidos otro Packard, un Custom 8 Sedan", explica Brovinsky.

Cuando el entonces nuevo líder soviético Nikita Jruschov hizo su histórica visita a Yugoslavia en 1955, que supuso el inicio del deshielo entre los dos países, trajo dos autos soviéticos "ZIS 115", diseñados para garantizar la máxima seguridad.

Ambos tienen ventanas de 75 milímetros de espesor y son tan blindados que pesan casi 7,5 toneladas cada uno.

Pero Tito insistió en recurrir a los modelos occidentales para mostrar la independencia de su país, la forma más democrática de su Gobierno y la prosperidad lograda.

No solo rechazó usar alguno de los dos autos obsequiados durante la visita, sino que forzó a su invitado a recorrer el país con él en un Rolls Royce-Silver Wraith británico, comprado por la dirección comunista de Eslovenia, la región más próspera de la entonces Yugolavia.

El lujoso auto no estaba blindado, y a pesar de ello los dos estadistas viajaron en él con techo abierto.

"La seguridad soviética tuvo que aceptarlo", explica Brovinsky.

Otro de los modelos expuestos y uno de los preferidos de Tito es un Lincoln Continental Convertible, una limusina lujosa similar a la usada por el asesinado presidente de Estados Unidos John F. Kennedy.

Tito lo condujo en 1971 cuando sacó a pasear a Richard Burton y Liz Taylor, la legendaria pareja de Hollywood, con motivo del rodaje de la película "La Quinta Ofensiva" (Sutjeska).

En sus diarios, Burton contó años después que Tito conducía tan rápida y frenaba tan abruptamente que temían salir volando por el parabrisas.

Curiosamente, la mayoría de los yugoslavos nunca le reprocharon a su presidente el uso de coches y residencias de lujo.

Según las encuestas, Tito sigue siendo hoy el líder más popular de la historia en Croacia y Serbia, las dos principales repúblicas de la ex Yugoslavia.

"Todo lo que tenía Tito no era suyo privado, gran parte eran regalos. En el momento en que murió, esos coches y esas casas no fueron heredados por sus hijos o nietos, ni por nadie de su familia", explica a Efe Hrvoje Klasic, profesor de historia en la Universidad de Zagreb.

Agencia EFE