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En plena sierra catarinense, las Termas de Itá nos reencuentran con el Río Uruguay

Con hotelería cinco estrellas, en medio de notables bellezas naturales y una historia singular, descubrimos este increíble destino turístico

30.10.2019 11:23

Lectura: 9'

2019-10-30T11:23:00-03:00
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Esta vez, y siguiendo con nuestra serie de crónicas de viajes gracias a la doble función de periodista y conductor, cruzamos las fronteras con destino hacia el nordeste de nuestro continente sudamericano. La excursión, organizada por una reconocida agencia de viajes de nuestro medio, movilizó dos ómnibus aptos para servicio internacional, semicama, con capacidad para 42 pasajeros cada uno.

Según el recorrido establecido por la propia agencia, la salida del país debía realizarse por Rivera, completando cerca de 500 km sobre carreteras uruguayas y algo más de 700 en territorio brasileño. Finalizados los trámites aduaneros correspondientes y una vez iniciada la marcha en tierras brasileñas, como es lógico, empiezan a evidenciarse algunas diferencias radicales. Mientras que hasta ese momento disfrutamos de una ruta 5 en impecables condiciones tanto de asfalto como en señalización, bastante despejada y con poco tránsito, las "estradas" brasileñas en esa región son sustancialmente más angostas, muy transitadas especialmente por vehículos pesados, con una señalización bastante deficiente, al igual que el asfalto, muy irregular y poco confortable.

De hecho, si bien existe la posibilidad de un recorrido más directo, es necesario hacer una especie de rodeo buscando las carreteras en mejores condiciones de transitabilidad, con lo cual el viaje resulta bastante más extenso, pasando por localidades tales como Passo Fundo, Erechim y Concordia.

Naturalmente, el cronograma de viaje contemplaba las detenciones necesarias para las comidas correspondientes, en todos los casos realizadas puntualmente y en locales de muy buen nivel gastronómico, con buena atención y servicios sanitarios en perfectas condiciones. Característica que en general se repiten en casi todas las regiones turísticas de Brasil.

Conforme avanzan los kilómetros, el paisaje acentúa sus ondulaciones. Si bien la mayor parte del recorrido dentro del vecino país transcurre sobre el Estado de Rio Grande do Sul, nuestro destino final se encuentra en Santa Catarina, en plena región serrana. Por lo cual la ruta en el último tramo del viaje, presenta un trazado muy sinuoso con curvas, repechos y bajadas pronunciadas que requieren mucho cuidado por parte de los conductores.

El Uruguay es un río

La primera sorpresa con cierta dosis de emotividad, fue el encuentro con el Río Uruguay, a falta de unos 100 km para la finalización del viaje. Aparece casi de golpe, al finalizar una serie de curvas pronunciadas, y en ese punto es el límite geográfico entre ambos estados. Es decir que luego de cruzar el puente correspondiente, entramos de lleno a Santa Catarina. A partir de ahí seguimos "trepando" las sierras hasta que finalmente, en una de las cumbres más altas, encontramos al hotel Itá Thermas Resort y SPA, punto final del viaje de ida.

Puente Rio Uruguay en Itá

Y en ese lugar volvemos a toparnos con nuestro Río de los Pájaros Pintados, que tras dar varias vueltas y contravueltas pasa por entre los valles, al pie del "morro" donde está el hotel, en el que quedamos muy cómodamente instalados disfrutando de una vista maravillosa.

Nuevo Itá, y una historia conmovedora

Se trata de una población muy joven y pequeña. Con algo más de 30 años de fundada, completa apenas una población de unos 5.000 habitantes, donde la industria turística va cobrando cada vez más fuerza, conforme el lugar se va integrando a los circuitos de las agencias locales y de la región.

De hecho, si bien la poca hotelería existente -y en particular donde nos alojamos- brindan un impecable servicio cinco estrellas, es visible la construcción de nuevos edificios que avanzan rápidamente y que en poco tiempo podrán ampliar la oferta.

Tal vez los más veteranos y memoriosos tengan algún recuerdo relacionado con la construcción de la represa hidroeléctrica de Itá. El proyecto comenzó a ejecutarse en la década de los 80, pasando por lo gobiernos de Collor de Melo y Fernando Henrique Cardoso.

La concreción de dicha obra, monumental, dicho sea de paso, implicaba que el lago generado por la represa, cubriría por completo la ciudad de Itá, ubicada en un valle muy cercano a la construcción. Por lo cual, el gobierno puso un marcha un plan de expropiación para comprar las casas a cada poblador, de tal forma que pudieran construir su nueva vivienda en la relocalización elegida para la nueva ciudad.

Según el guía, uno de esos "moradores" afectados, todos fueron muy bien remunerados financieramente, aunque naturalmente no tanto en términos afectivos, pues allí quedaban recuerdos y muchas historias familiares, que definitivamente fueron cubiertas por el agua. En concreto, del total de 15.000 pobladores que tenía la ciudad, solamente 5.000 aceptaron la nueva localización. El resto buscó otros destinos, realojándose por diferentes lugares de Brasil.

La iglesia, obra de Dios

Siempre en base a la historia narrada por el guía turístico, radicado en la cercana localidad de Chapecó y ex-integrante del Club de Fútbol trágicamente conocido por el accidente aéreo, la iglesia de Itá también sería demolida, al igual que el resto de la ciudad. Vale decir que el lago en ese lugar es perfectamente navegable debido a que se sacaron todos los escombros y cualquier tipo de construcción que pudiera afectar la circulación de embarcaciones.

Fue una de las últimas en demolerse, ya casi cuando el lago comenzaba a generarse. La máquina encargada de la tarea, apenas iniciado su trabajo, se rompió. Tras la reparación correspondiente, retomada la faena, surge un nuevo desperfecto mecánico. El suceso se repitió una y otra vez, en cinco oportunidades.

Por entonces, el lago crecía a razón de medio metro por día, por lo cual las autoridades de la obra decidieron abandonar la tarea cuando quedaban solamente las dos torres en pie.

Torres de la Iglesia de Itá

En conclusión, hoy esas torres son parte del atractivo turístico de la región y testigos silenciosos de una historia cargada de emotividad que recuerda a los viejos pobladores de Itá, conmovidos por el avance de la civilización.

Están ubicadas muy cerca de la costa del lago, y se ven perfectamente desde allí. Pero también es posible acceder a ellas a bordo de una embarcación. Rodeadas por una especie de plazoleta, están en perfectas condiciones de tal forma que quien quiere, puede subir hasta la la parte más alta del campanario utilizando las escaleras interiores.

Hotel termal

Decía que el servicio y las instalaciones, tienen nivel cinco estrellas, visible en todos los aspectos posibles. Gastronomía, atención, alojamientos, espectáculos, actividades recreativas, etc. Pero también ofrece un diferencial con la estructura de piscinas termales. La estructura incluye distintos niveles de profundidad, grandes toboganes y juegos de agua, y la curiosidad de un "bar molhado" (bar mojado) con taburetes ubicados debajo del agua frente a la barra del bar, claro.

Bar Molhado en Itá

Por cierto, además del gigantesco parque termal (hasta ahora habilitado parcialmente), también se puede disfrutar de las piscinas interiores que como si fuera poco, despliegan la espectacularidad del paisaje serrano a través de unos enormes ventanales que enriquecen la visión.

Cuenta también con el servicio de varios animadores muy simpáticos que además de hidrogimnasia, permanentemente proponen juegos y actividades diversas para todos los turistas alojados.

Un detalle adicional fue el gran despliegue realizado en conmemoración de la festividad Farroupilha, una acontecimiento típicamente gaúcho celebrado en Río Grande, que recuerda la revolución de los Farrapos (20 de setiembre de 1835), una rebelión de dicho estado que luego tuvo tintes separatistas. Además de un enorme asado con los costillares al pincho clavados al piso (costelao), la música regional en vivo acompañó toda la jornada de agasajo para los huéspedes del hotel, por cierto, fiesta para todos los sentidos.

Costelao gaúcho en Itá

Por último, un servicio más y pocas veces visto en la hotelería en general, es la libre disposición para preparar el mate o tomar un té, sin costo adicional y cuantas veces se desee. En el hall del primer subsuelo, equipado con sus confortables sillones y la pantalla correspondiente, se encuentra una especie de amoblamiento de cocina, con un dispensador de agua caliente con dos temperaturas diferentes, y una amplia variedad de saquitos de té, vasos descartables, cucharitas, endulzantes y varias marcas de yerba (brasileñas, claro) todo ello distribuido en los diferentes cajones, a entera disposición de los turistas.

Vuelta a la realidad

Tras algo más de otras 20 horas de viaje, con paradas incluidas, el viaje de regreso nos devuelve a la realidad, tras unos días de enorme placer disfrutando las bellezas de un lugar espectacular, un hotel fantástico, y de la amabilidad característica de los lugareños, siempre desbordantes de un gran afecto especialmente para con los uruguayos.

Pero ese sabor dulzón y el placer de volver a nuestras carreteras impecables, rápidamente se ve empañado por pequeños detalles que demuestran la falta de preparación para atender a los viajeros.

Mientras que en Brasil en cualquier parador e incluso en estaciones de servicio es posible llenar el termo de agua caliente de manera gratuita, en Paso de los Toros, por ejemplo, para ello hay que pagar. No es mucho, obviamente, pero no es gratis.

Y más grave aún, la utilización de los baños. Allá están disponibles libremente, impecablemente limpios y en condiciones de uso. Pero en una estación de servicio de esa misma localidad tacuaremboense, sobre la ruta 5,  para poder usarlo hay que pagar. Podría suponerse que a raíz de ese costo, debería estar en perfectas condiciones. Nada de eso: presentaba un estado calamitoso, realmente asqueroso, con una montaña de papel higiénico usado, olor muy desagradable y una suciedad increíble. Nada que sea exclusivo de ese lugar, por cierto: ya hemos pasado por esa situación en otros lugares similares, también de nuestro país.

Parece que todavía no tenemos debida conciencia sobre la necesidad de brindar un trato humanitario a quienes necesitan de esos servicios casi vitales, ya sea por tratarse de trabajadores de las rutas o simplemente viajeros en tren de paseo, que recorren largas distancias en sus vehículos.

Aún así, nada de ello pudo opacar el placer acumulado durante un hermoso viaje, comandado por un muy buen equipo profesional compatriota. Sin dudas la naturaleza juega un papel fundamental, pero también está asociada al desarrollo turístico de un país que al menos en ese aspecto, sabe cómo deben hacerse las cosas para lograr un altísimo nivel de atención, que invita a un pronto regreso, y así potenciar el desarrollo de esta poderosa industria mundial.

Luis Piedra Cueva

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