Noticias

Tu ruta es mi ruta

Termas del Arapey, un cálido paraíso con accesos complicados

El pasado mes de agosto viajamos con un grupo de golfistas capitalinos hacia el complejo salteño para disputar un torneo de esa especialidad

25.09.2019 16:03

Lectura: 6'

2019-09-25T16:03:00-03:00
Compartir en

Gracias a esta doble condición de conductor turístico y periodista, tendremos la posibilidad de compartir algunos relatos con los viajes realizados, esencialmente a los destinos que puedan resultar más atractivos. Inauguramos entonces la sección con este primer traslado hacia la frontera norte de nuestro país.

Fue una de las noches más frías de este invierno 2019. El viaje estaba previsto para realizarse durante toda la noche, por lo cual la salida desde el Club de Golf se pactó exactamente para la medianoche de ese gélido día de mediados de mes.

El vehículo elegido para este viaje fue un micro bus con capacidad para 30 pasajeros, con baño, aunque en verdad el grupo no completaba los 10 integrantes. Pero de todos modos, la enorme cantidad de equipaje, muy abultado por cierto, requería de una unidad así. Los veteranos deportistas participarían de un torneo a disputarse en las canchas de uno de los hoteles más grandes de las Termas, y para ello, además del equipaje personal para un fin de semana largo, debían llevar todo su arsenal de palos de golf y carritos plegables, elementos utilizados normalmente para el desarrollo de esa actividad.

Si bien la calefacción del bus tardó un buen rato en alcanzar la temperatura ideal, el viaje comenzó confortablemente, con los pasajeros descansando en un ambiente agradable, a pesar de que conforme avanzaban las horas, el paisaje exterior se fue cubriendo de blanco, con una de las heladas más grandes vistas en este año.

Para quien nunca hizo ese trayecto, los inconvenientes pueden comenzar a surgir a la altura de Paysandú, con una Ruta 3 en impecable estado pero con ciertas carencias de señalización en cuanto a cartelería se refiere. Si a ello agregamos cierta desconfianza hacia las nuevas tecnologías del tipo GPS o Google Maps, sumada a una mala indicación por parte del pistero de una estación de servicio, el resultado para un conductor desconocedor de la zona, tiene chances de resultar bastante inquietante.

El tema es que tras recorrer casi 400 km y a falta de poco menos de 200 para llegar a destino, en ningún momento se indica con claridad el rumbo a seguir para llegar a las Termas del Arapey. Para quien esté bien informado, la única certeza es que se debe marchar con rumbo a Bella Unión, cuya ruta sí está correctamente indicada. El primer cartel claro y concreto que señala el camino hacia el Complejo Termal, aparece ya casi llegando al Parque.

Acceso

Una vez que salimos de la carretera principal, hay que recorrer unos 20 km por un camino secundario para finalmente acceder al destino del viaje. Si alguna vez hubo por allí una superficie asfaltada, seguramente ocurrió hace muchísimo tiempo atrás, pues de ella quedan apenas unos vestigios desperdigados, completamente destruídos.

Ese corto trayecto se convierte en un verdadero suplicio para el vehículo y sus ocupantes, pues parece que a pesar del interés del gobierno nacional en fomentar la industria, ni vialidad nacional ni las autoridades municipales parecen tomar nota de la necesidad de mantener ese camino en buenas condiciones para facilitar el ingreso de turistas y de los servicios que requiere el lugar y sus habitantes.

Finalizada la polvorienta y sacudida travesía, y tras el pago de un ingreso que ronda entre 60 y 80 pesos por persona, comienza entonces sí un verdadero disfrute para todos los sentidos.

Termas del Arapey

El recorrido total hasta llegar a destino fue de casi 600 km. El pequeño poblado del Parque, luce muy bien cuidado, con abundante vegetación, todo en perfecto estado de limpieza y conservación. Un equipo de trabajadores municipales realizan la tarea de mantener los jardines y plantas, y todo el tiempo se les ve muy dedicados a la actividad que les compete.

Hay dos grandes plazas muy arboladas en cuyos jardines se encuentran las respectivas piscinas de aguas termales, con una temperatura muy agradable para la época del año, ambas con algún tipo de tobogán para diversión de los niños (y los no tan niños), amén de una limpieza y conservación realmente impecables.

Para la recolección de toallas y ropas de baño usadas en las piscinas públicas, la Intendencia de Salto cuenta con un simpático auto eléctrico. De origen chino, el modelo tiene adaptada una caja de madera para ubicar la ropa sucia, y cuenta con autonomía como para cumplir holgadamente con su jornada de trabajo.

Auto eléctrico Arapey

Por otra parte sobre las plazas se encuentran diversos afiches que informan acerca de algunas especies autóctonas de pájaros típicos del lugar, con descripción de sus características y que naturalmente, abundan por todos lados, acompañando las caminatas con una gran variedad de cantos permanentes. A veces superados en volumen por la superpoblación de cotorras, que pululan sobre casi toda la superficie del territorio nacional.

En cuanto a la hotelería, además de los dos enormes complejos que son el Arapey Thermal Resort & SPA y el Altos del Arapey All Inclusive, Golf & SPA, hay cabañas y grupos habitacionales con apartamentos de alquiler de diversas características, que se habilitan durante la temporada alta para el turismo termal.

Entre las opciones más económicas, se encuentra el Hotel Termas del Arapey, más conocido como Hotel Municipal, que además de un buen servicio de restaurant, tiene también su propia piscina termal, bien particular. De importantes dimensiones, está construida de tal manera que una parte está dentro del edificio del hotel y otra al aire libre, sobre el césped del parque que le rodea. El detalle es que se puede transitar libremente de un lado al otro sin salir del agua, pasando por debajo del ventanal que deja un espacio suficiente como para circular con total comodidad.

Me resultó una experiencia verdaderamente alucinante. Teniendo en cuenta que como decía al principio, ese fin de semana fue particularmente gélido, y más aún, una vez entrada la noche. La sensación de estar dentro del agua caliente, con la cabeza afuera cubierta por un aire que registraba temperaturas muy cercanas al cero y con el cielo del Arapey absolutamente estrellado, es una instancia irrepetible que merece la pena conocerse. Difícil de describir con palabras.

Por lo demás, el hotel está bien puesto, con buena atención y bastante prolijo, pero con muchos detalles de mantenimiento que se podrían mejorar sin demasiada inversión. Naturalmente, con un costo de alojamiento bien acorde.

Por otra parte, el lugar cuenta con los servicios de almacenes y supermercados, y varios negocios que ofrecen una gran variedad de artesanías y recuerdos alusivos al lugar. Amén, claro está, de restaurantes con una buena variedad gastronómica, también con precios muy razonables.

Sin dudas, una muy grata experiencia.

Luis Piedra Cueva