El 9 de julio de 1994, el ginecólogo Mario Luis Pienovi se encontraba de paso por Durazno, y circulaba por el kilómetro 329 de la ruta 6, donde entonces un antiguo puente ferroviario se transformaba en carretero.

Además de médico, Pienovi era integrante del Centro de Estudios del Transporte Colectivo Uruguayo (CETCU), institución creada en 1948 por un grupo de entusiastas de los buses.

Según recuerda el canal de YouTube Archivo del Transporte Uruguayo, cuando Pienovi pasó por el obrador del puente, se quedó asombrado: en el predio descansaba —maltrecho y castigado— un ómnibus muy antiguo.

“No podía creer lo que veía. No tenía los datos exactos para saber qué coche era, pero sin duda era un vehículo de la década del 30 con motor frontal, carrocería de madera y pintado de un color que en algún momento fue azul, pero el tiempo lo fue deteriorando hasta dejarlo de una tonalidad verde agua”, explica el video.

Era sábado, por lo que no pudo consultar a nadie en el lugar, de modo que lo fotografió y regresó a Montevideo. Una vez reveladas las fotos, se cotejaron con las imágenes de archivo que poseía el CETCU y se hizo la luz: el coche era el número 22 de Copsa, un viejo Chevrolet de 1935.

Años de servicio

Según se desprende de su permiso de circulación, el 012 fue otorgado por la Intendencia de Canelones; en un principio, este coche fue autorizado para efectuar viajes entre la ciudad de Pando y las playas Carrasco, Rincón de Pando, La Barra, Atlántida, Floresta y Costa Azul.

Posteriormente, al prolongar el recorrido hasta Montevideo, el coche quedó afectado a la línea 8A Montevideo - Costa Azul.

Cuando fue finalmente vendido por Copsa, se marchó a trabajar al departamento de Durazno y, luego de haber realizado diversos servicios en dicho departamento, se mantuvo en actividad hasta diciembre de 1987, sirviendo de enlace entre la estación de AFE de la capital duraznense y el pueblo La Paloma de Durazno.

Luego, con unos nada despreciables 52 años encima, quedó a la deriva esperando algún milagro y terminó sirviendo como bar en el obrador del puente del kilómetro 331 de la línea de AFE, donde fue encontrado por Pienovi.

Cuando el CETCU quiso obtener el bus, supo que el dueño del viejo coche lo había permutado por una motoneta, y que el nuevo propietario pretendía quitarle la carrocería y convertirlo en camión. Para desesperación del CETCU, el vendedor no tenía datos del comprador: solo recordaba que vivía por la zona de la ya mencionada localidad de La Paloma. Sin redes sociales ni medios tecnológicos de localización, los entusiastas conservadores de buses fueron hasta la localidad y la recorrieron hasta localizar el vehículo. Por fortuna, el nuevo dueño todavía no lo había desmontado, de modo que pudieron comprárselo.

Manos a la obra

Luego, el coche fue llevado a Montevideo en marcha, tarea que insumió dos días y que fue un verdadero desafío para su conductor. Entonces comenzó una vasta labor de restauración que involucró a varios profesionales y que llevó cinco años. En su última etapa, la empresa Copsa asumió la tarea en sus propios talleres.

Otra vez a las calles

En los primeros años del presente siglo, el viejo coche 22 participó en numerosas exposiciones y desfiló en varios eventos, convirtiéndose en una verdadera atracción. Sin embargo, en el año 2007 quedó nuevamente vulnerable, cuando fallecieron —con una semana de diferencia— el doctor Pienovi y su amigo Aníbal Meneses, ambos integrantes del CETCU. La muerte de ambos hombres significó la disolución de la institución. El coche quedó en un limbo jurídico y su mantenimiento no estaba garantizado.

De acuerdo con el videoinforme del Archivo del Transporte Uruguayo, el histórico bus quedó en manos de Copsa, y siguió participando de eventos hasta el año 2014.

“Luego, en algún momento, fue llevado a las instalaciones de Copsa en la ciudad de Pando y nunca más volvió a salir a recorrer las calles”, reza el informe.

A la intemperie en un patio, el antiguo bus comenzó a deteriorarse, situación que se agravó en marzo de 2021, cuando desconocidos ingresaron al lugar y vandalizaron el viejo 22. Los desaprensivos dañaron el cableado del motor y le robaron piezas, dejándolo incapaz de funcionar.

Volver a empezar

Sin embargo, no estaba dicha la última palabra para el veterano de miles de viajes: la empresa volvió a restaurarlo y en los últimos días los vecinos de Pando tuvieron el placer de verlo circular de nuevo.

Según informara el medio pandense El Megáfono, el coche 22 participó el martes de la celebración de los 95 años de la empresa, ocasión especial en la que se permitió al público abordarlo, y en la que se ofrecieron charlas educativas a escolares de la localidad.

Tenaz, resistente y resiliente, el interminable coche 22 es memoria viva de los tiempos pioneros del transporte público uruguayo.