Franco Colapinto volvió a llamar la atención del mundo de la Fórmula 1. Esta vez, no solo por su desempeño como piloto titular de Alpine, sino también por lo que generó fuera de la pista: su carisma en el paddock de Mónaco, las bromas sobre su vestimenta y la promoción del mate argentino ante figuras como Pierre Gasly.

Según Infobae, el joven de 21 años participó del Festival de Cannes junto a su compañero de equipo. Para asistir al evento, debió vestirse con un smoking negro que, según confesó, tuvo que alquilar de apuro. “No sabía lo que era un smoking hasta el domingo pasado”, dijo entre risas en ESPN. “Me salió una fortuna. Alquilar dos bicicletas en un día es más barato que ese saquito feo”, agregó.

Con ese humor que ya se volvió parte de su sello, Colapinto relató cómo vivió su paso por la alfombra roja: “No me pongo una camisa en mi vida. Me tuvieron que explicar cómo se atan los botones. El moño ya estaba cansado, jefe. Mirando para abajo”.

La imagen distendida contrastó con lo que se vivía en el circuito del Principado, donde Colapinto comenzó su segundo fin de semana como piloto oficial. Su presencia generó tal revuelo entre los fanáticos que la propia cuenta oficial de la F1 lo apodó “Mr. Popular”. Videos y fotos se multiplicaron mientras firmaba autógrafos y compartía momentos con el público.

Uno de esos momentos fue el que protagonizó junto a Gasly, a quien le hizo probar el mate. El francés analizó el recipiente con atención mientras Franco le ofrecía la bebida con gesto expectante. La escena, registrada por las cámaras, no tardó en viralizarse.

En cuanto a lo deportivo, el argentino explicó que sigue en proceso de adaptación. “Es como cambiarse de colegio. Jugás peor al fútbol, no conocés a nadie. En los recreos sos menos vos”, bromeó, aunque enseguida aclaró que se siente cómodo en Alpine y que el trabajo con Gasly va en buena dirección.

Sobre las diferencias entre su antiguo auto y el Alpine A525, detalló: “El Williams era más blando, se sentía más el movimiento de atrás. Este es muy rígido y cuesta entender lo que hace”. Dijo que está trabajando para encontrar el límite del vehículo, especialmente en curvas lentas, donde el monoplaza aún presenta dificultades.

“En curvas rápidas vamos bien, pero al salir de las lentas nos cuesta. Estamos ajustando el paquete para priorizar lo que más nos conviene en este circuito”, explicó.

De cara al Gran Premio de Mónaco, fue claro: “Me gustan los callejeros. Acá hay que estar muy fino, ir al límite con mucha precisión. Quizás todavía no tengo esa confianza con el auto, pero sé que me puedo adaptar”.

Ya había demostrado esa capacidad el año pasado en Baku y Singapur, donde finalizó octavo y undécimo respectivamente. Ahora, con el desafío de Mónaco por delante, confía en que podrá seguir creciendo.

“Tengo un alerón medio viejo, estamos complicados en algunas partes, pero este circuito nos favorece un poco más”, dijo. “Manejar tan cerca de las paredes es un placer. Y hacerlo acá, en este lugar tan icónico, es un sueño cumplido”, concluyó.