Una de las ideas más extrañas de la marca Volkswagen fue el Polo Harlekin de 1995. La marca producía ese modelo en azul, verde, rojo y amarillo, y a alguien se le ocurrió la idea de intercambiar piezas mientras aún estaban en la línea de producción. Así se obtenía un auto multicolor que era todo un desafío: podía maravillar o generar rechazo.

Se dice que la idea se inspiró en un anuncio que la agencia Doyle Dane Bernbach hizo para Volkswagen of America en 1964. En esa publicidad de podía ver un modelo Beetle muy colorido, con tonalidades que hacían referencia a los cambios del modelo, según consigna Autobild.

Otros apuntan a que fue una extravagancia del magnate del mundo automotor Ferdinand Piëch, al que se le ocurrió crear una serie de 20 unidades del modelo en esos cuatro colores, con fines publicitarios.

Los paneles no se intercambiaron al azar. Había un plan para que nunca aparecieran dos colores uno al lado del otro, y que a su vez desde cada ángulo se viera una muestra de cada uno. Las combinaciones eran cuatro, tal como se muestra en las fotos.

La idea original era producir mil unidades que tendrían números de serie consecutivos, se venderían con un certificado conmemorativo y un llavero numerado.

Sin embargo, luego produjeron otros quinientos para un concurso organizado por McDonald's en Alemania, seguidos de otros 2.300, por lo que se produjeron alrededor de 3.800 en total.

Ahora, a casi treinta años de su lanzamiento, los “payasitos” se están convirtiendo en objetos de colección. Algunos de ello son propiedad de una empresa británica, que los arrienda para bodas y eventos.