Los orígenes de la empresa familiar, fundada por Max y Oskar Vidal en Hamburgo (Alemania) se remontan al período previo a la Primera Guerra Mundial. Cuando su negocio relacionado con la importación de carbón entró en crisis, como consecuencia del conflicto bélico, padre e hijo salieron en busca de otro emprendimiento.
Decididos a incursionar en la industria automotriz, crearon pequeños vehículos comerciales. Sus primeros productos, denominados Tempo T1 y T2, fueron triciclos con motores de 200 y 400 cc, tan mal hechos que requerían de un servicio mecánico permanente para poder mantenerlos en funcionamiento.
A pesar de todo, con la llegada de una evolución un poco mayor y con doble cabina, el fabricante logró solucionar buena parte de sus problemas, pero la alegría duró poco tiempo pues se acercaba la Segunda Guerra Mundial, y con ello llegaba la obligatoriedad del gobierno nazi para que los industriales fabricaran material bélico para el ejército alemán.
Si bien los triciclos eran de utilidad para los servicios de emergencia, Tempo propuso un vehículo especial para las tropas de su país. Aunque la complejidad de su mecánica, basada en dos motores de 600 cc, uno en cada eje y cada uno con su propia caja de cambios, determinaron el rechazo del proyecto.
A pesar de todo, el carácter utilitario de los vehículos de Tempo, permitió que la empresa fuera autorizada por las Fuerzas de Ocupación Británicas para reanudar sus actividades una vez finalizada la guerra. Su reapertura estuvo destinada inicialmente a la reparación de vehículos dañados y en 1947, aún con muy pocos recursos, logró enviar 100 triciclos para Holanda, a cambio de alimentos.
Un año después la fábrica retoma la producción de vehículos Tempo, ahora si resistentes y económicos, muy útiles durante el período de reconstrucción de Alemania.
Volkswagen, con recuerdos de infancia
Tempo lanzaría entonces una nueva línea de productos, ahora bajo la creación del nuevo jefe de diseño de la marca, Dietrich Bergst. Fruto de su primer trabajo nace en 1949 el Tempo Matador, vehículo de carga de cuatro ruedas, cabina simple frontal, tracción delantera, y con el motor detrás del asiento.
La propulsión estaba a cargo de un motor boxer 1.1 de 25 CV, con caja de cambios de 4 marchas, suministrado por Volkswagen, quien ya producía su icónico Fusca y mostraba un crecimiento firme y paulatino.
El Tempo Matador, lejos de ser bonito, tuvo un gran suceso comercial entre 1950 y 1952, con más de 13.000 unidades vendidas dentro de ese período.
Cabe agregar que algunas partidas de las fabricadas en aquellos años, llegaron también a nuestra región, especialmente a Brasil y a Uruguay.
Buena parte de los habitantes memoriosos de la ciudad de Minas, recordarán que entre los años 60 y 70 se podía ver con frecuencia circular por las calles de la ciudad uno de esos ejemplares, que no por casualidad, pertenecía a la familia de quien escribe este informe.
Con sus ruedas traseras "chuecas" (que generaban un insólito desgaste desparejo de los neumáticos y era motivo de burlas), su tracción delantera mediante crucetas (bastante endeble, requerían de reparación permanente por falta de repuestos) y el tanque de nafta bajo la careta frontal, fue el vehículo que me permitió entrar de lleno al mundo de la mecánica de la mano de mi padre, a muy temprana edad. Amén de aprender a manejar, despertando la pasión por el volante y los fierros desde aquellos muy jóvenes 11 años.
La muerte del Matador
En 1950 Volkswagen lanzó su emblemática Kombi y atento a su buen suceso, decidió cortar el suministro de conjuntos mecánico para la fabricación del Tempo Matador. Por lo cual, se paralizó la producción del modelo.
Por ello la marca volvió a tomar contacto con JLO, quien desde 1929 fuera el proveedor de los motores de dos tiempos para equipar sus triciclos.
Nace así el Matador 1000, con un propulsor de tres cilindros y 26 CV de potencia, faros colocados más abajo que en el modelo anterior y el nombre que hacía referencia a su capacidad de carga: 1.000 kg.
Fue un verdadero desastre. El motor no tenía potencia suficiente y tampoco era confiable.
Tras muchos y variados intentos con distintos fabricantes de motores (DKW, Heinkel, etc) la suerte del Tempo Matador y su posterior variante Viking fue cambiando. Hanomag adquiere el 50% de la empresa y a partir de allí, surgen nuevas versiones de ambos modelos, incorporando finalmente los motores de la inglesa Austin, en 1957. Con un propulsor 1.5 de 47 caballos, su capacidad de carga aumentó hasta los 1.500 kg.
Con un buen suceso comercial, además de recuperar ventas en Alemania ambos modelos llegaron también a otros mercados gracias a los motores de la compañía británica.
Finalmente, Mercedes
Tempo Matador dejó de fabricarse en 1966, aunque el proyecto se mantuvo vigente. Vendido como Hanomag-Henschel hasta 1978, presentaba líneas más modernas y agradables, aunque manteniendo la curiosa tapa de abastecimiento de combustible en la zona frontal del vehículo.
Cuando Mercedes-Benz asume el control de Hanomag en 1969, le llamó la atención aquel chasis con motor delantero y tracción delantera, que permitía ofrecer un compartimiento de carga plano y bajo, a diferencia de la Kombi.
El proyecto sirvió de punto de partida para un nuevo vehículo comercial de entrada de la marca germana, denominado L 206 D, lanzado en 1970, con motores diesel de la propia Mercedes y Austin a gasolina.
Con ese primer proyecto, cerrado en 1977, el fabricante alemán de la estrella comenzaba a explorar un segmento nacido con el viejo Tempo Matador y que nunca más abandonaría. Su linaje seguiría con la serie TN y años después sería reemplazado con la familia Sprinter, actual suceso de ventas en el mundo entero.
Luis Piedra Cueva - Fuente: Quattro Rodas