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Las caras de la tragedia

Las bicicletas cuentan historias de fugas en el frente sur de Ucrania

"Las guardamos para sus dueños, para que puedan venir a recogerlas al final de la guerra", dice Vitalii Rekhlitskii, un empleado municipal

05.10.2022 10:03

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2022-10-05T10:03:00-03:00
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Zelenodolsk, Ucrania - Son verdes, rojas, negras, azules... y todas están abandonadas. En Zeledonolsk, una pequeña ciudad ucraniana a las puertas del frente sur y aún bombardeada el pasado jueves por el ejército ruso, cientos de bicicletas cuentan la historia de una fuga desesperada ante la llegada del enemigo.

Algunas portan un tejido de punto para proteger el asiento o una pequeña bolsa sujeta al marco. Otras parecen herramientas de trabajo de tan oxidadas que están.

Algunas tienen un portaequipaje con asiento para bebé. También hay un pesado scooter para persona discapacitada, unos cuantos cochecitos, sillas de ruedas, carritos... y una pequeña bicicleta marrón para niños.

Más de 600 bicicletas esperan dentro y fuera de un pequeño almacén en Zeledonolsk. "Las guardamos para sus dueños, para que puedan venir a recogerlas al final de la guerra", explica Vitalii Rekhlitskii, un empleado municipal.

Muchas de ellas llegaron a inicios de marzo, cuando el ejército ruso tomó gradualmente el control de parte de la vecina región de Jersón. En ese momento, los rusos se habían llevado la mayoría de los autos en los pueblos de los alrededores, dice Rekhiltsky. La única forma de huir era en bicicleta.

"La gente huía, a veces sin nada, a veces con una bolsa", recuerda. Pedalearon hacia su libertad sobre bicicletas antiguas, cuya ausencia de frenos en el manillar indica que datan de la era soviética. Quienes huían eran personas de escasos recursos.

"Enorme pérdida"

"Para las personas ancianas (no tener esas bicicletas) es una enorme pérdida", lamenta Dmitro Kostenko, guardián de esos humildes tesoros.

En las semanas transcurridas desde que Ucrania lanzó una contraofensiva en el sur, retomando algunas aldeas, el ejército ucraniano también recuperó algunas bicicletas.

En una señal de que las cosas pueden estar mejorando, unos 50 propietarios volvieron a tomar posesión de sus bienes. Cada vez que aparece uno de ellos, "se me saltan las lágrimas", dice sonriendo el cuidador, mientras resuena el fuego de artillería a la distancia.

Con la contraofensiva, "los bombardeos se han intensificado. Hay más 'pum'", observa este sexagenario que camina con muletas.

A escasos 15 km del frente sur, Zelenodolsk, que significa "valle verde" en ucraniano y en ruso, es una pequeña ciudad de 13.000 habitantes construida en los años 1960 bajo la Unión Soviética.

Sobre los ricos terrenos agrícolas que le dan su nombre, se construyó una central térmica cuyas chimeneas son visibles desde gran parte del pueblo, así como decenas de edificios bajos y uniformes donde descansan los empleados.

También hay un pequeño hospital, muy utilizado el jueves por la mañana cuando el ejército ruso atacó la central, dejando 19 heridos según Valentyn Reznichenko, gobernador de la región de Dnipró, de la que forma parte  Zelenodolsk.

"La gente se dirigía al trabajo cuando los rusos dispararon sus (misiles) Hurricane", denunció.

"Anticristo"

Ninguna de las víctimas resultó gravemente herida, incluso quienes fueron alcanzados por esquirlas, dice la doctora Svitlana Kravtchuk, quien les brindó primeros auxilios.

En una ciudad bombardeada regularmente, donde un niño de nueve años fue asesinado a inicios de septiembre, muchos sufren de "estrés crónico", señala la médica. Tras pasar las noches en pasillos o sótanos, muchos habitantes "han olvidado lo que es dormir en una cama".

Desde el inicio de la contraofensiva ucraniana, la directora del hospital, Olena Yarochenko, dice estar más "tranquila" porque "oímos a los nuestros disparar más".

En su huerto afuera de la ciudad, Evgenia Vasilieva, de 84 años, todavía llora la pérdida de la calma.

Llegada en 1964 a Zelenodolsk, tres años después de fundada la ciudad, se casó con un ruso y fue a menudo a Rusia, donde vive "todo tipo de gente buena", dice.

Pero ahora están bajo el mando de Vladimir Putin, "el anticristo" portador del "apocalipsis", lo que asusta a esta creyente de cabello cubierto por un pañuelo de colores.

Cerca de su Jardín del Edén, que nos permite imaginar cómo era el "valle verde" antes de la construcción de Zelenodolsk, una casita perdió recientemente su techo a causa de un proyectil.

AFP - Por Joris Fioriti