Ängelholm (Skåne län, Suecia) - Monstruos de lujo y poder "hechos en Suecia" por unos tres millones y medio de dólares: el fabricante de automóviles Koenigsegg llegó hace un cuarto de siglo para hacerse un lugar en un nicho de mercado reservado exclusivamente a los modelos superdeportivos latinos.
Con Saab y Volvo, Suecia ofreció desde el siglo XX sedanes con la austera arquitectura de un templo luterano, que se establecieron como un punto de referencia en términos de seguridad y sobriedad vial.
Pero en los talleres de Koenigsegg en Angelholm, un pueblo costero del sur del país, la imaginación vuela alto: trabajadores de élite reclutados de todo el mundo montan verdaderas joyas motorizadas como aviones F16 y vendidas a precio del oro.
"Cuando comencé (...), me dije: '¿porqué alguien compraría uno de mis autos? Es una marca desconocida, por una persona desconocida, de un país no reconocido por sus autos deportivos'", explica el fundador de la marca, Christian von Koenigsegg.
"Entonces me dije que realmente tenían que destacarse (...) De lo contrario no había razón para estar en el mercado", agrega.
Si los modelos Bugatti o Pagani son rápidos, es necesario ir aún más rápido, superar los límites de los automóviles de producción en la carretera y compensar la falta de fama con el rendimiento.
En 2002, solo ocho años después de los primeros ajustes a las tuercas, el modelo de Koenigsegg CC8S fue nombrado el motor de producción más poderoso del mundo por la Guía de Récords Guinness.
Dos años después, el Koenigsegg CCR ganó el título del automóvil de serie más poderoso del mundo.
La década de 2010 vio la llegada del Agera RS. En 2017 superó la marca de 400 km/h con 447,19 km/h, una velocidad sin precedentes para un automóvil de producción de serie, aunque destronado desde entonces por el Bugatti Chiron Super Sport 300+ y sus 490,48 km/h.
"Ellos lo hicieron en una pista cerrada, y nosotros lo hicimos en una vía pública. Nuestro récord se estableció gracias a un auto de producción, mientras el Chiron era un prototipo de pre-serie", se defiende Von Koenigsegg.
"Pero fue realmente impresionante", admite.
Una joya cara
Para Von Koenigsegg lo más importante es "el rendimiento general del automóvil".
Este empresario, originario de una familia con "poco interés en los automóviles", dice que se sintió atraído por los autos desde temprana edad: "Lo único que leía eran revistas de autos", recuerda.
La saga de Koenigsegg comenzó en 1994 cuando Christian decidió dar el salto al vacío. Le llevó diez años presentar el Koenigsegg CC8S, su primer modelo, en el Salón del Automóvil de Ginebra en 2003.
Le siguieron otros 16 modelos, algunos de los cuales se limitan a apenas seis ejemplares.
Un automóvil Koenigsegg sigue siendo algo raro: a finales de 2019, la marca estimó en 250 el número de sus modelos en circulación en todo el mundo.
Con relación al perfil de los compradores, Koenisgsegg cultiva el secreto. Se dice que el ex-boxeador Floyd Mayweather y el futbolista sueco Zlatan Ibrahimovic son dueños de autos de la marca.
Para los aficionados a los superdeportivos con líneas puras se torna necesario gastar bastante dinero: la última pieza de joyería Koenigsegg, el modelo Jesko, fue incluido en los catálogos por el módico precio de tres millones de euros (unos 3,35 millones de dólares).
Y sin embargo sus 125 ejemplares se vendieron en apenas dos días.
Lleva siete u ocho meses armar un automóvil como el Regera, en un verdadero trabajo de orfebrería.
"Es una forma de trabajar muy diferente de una producción normal, puede parecer una joya", explica Marian Gadau, gerente de producción.
En 2020, Koenigsegg planea lanzar un nuevo modelo con un precio inicial de alrededor de un millón de euros.
AFP