Un informe publicado en el blog solocamion.es, relata las alternativas de viaje de Kami, un conductor de camión que recorre las carreteras de su país y pinta la realidad cotidiana en aquella parte del mundo.
Nativo de Jaisalmer, la ciudad dorada y uno de los mayores distritos de Rajastán, pertenece a la casta rajput y ello se evidencia en el modo de usar el turbante y el enorme bigote que prácticamente oculta su rostro. Los rajput tienen alma guerrera, fieles a sus tradiciones, y prefieren siempre el suicidio colectivo antes que sufrir una derrota. A su vez las viudas debían inmolarse para reunirse con sus esposos, aunque esta tradición fue prohibida por el gobierno recién en 1987.
Los abuelos de Karni condujeron caravanas de camellos a través del desierto, desafiando peligros y el rigor de su aridez. Su padre continuó el oficio pero ya reemplazando los animales por un camión para efectuar las mismas tareas.
Karni mantuvo la tradición de sus ancestros, a bordo de su camión Tata naranja, con el que atraviesa todo el Rajastán al que conoce casi de memoria. Nunca viaja sin su ayudante Mahendra, quien se ocupa de todo lo que no concierne directamente a la conducción del vehículo.
Manejar un camión en India, es un oficio bien calificado, considerado como un arte resumido en una mano sobre la bocina y el pie en el suelo.
En general, estos trabajadores del volante prefieren desarrollar sus actividades durante la noche, para evitar el intenso calor reinante en las horas diurnas.
A pesar de transitar sobre una región desértica, el tráfico es intenso y variado, con bicicletas, camellos sobrecargados, motos, caballos y los propios camiones con cargas desbordantes. Karni conduce su camión sin reducir la velocidad, haciendo slalom entre los demás vehículos.
La mayoría de los camiones, son de la marca local Tata, y sus usuarios compiten en su decoración desmesurada, recargada de dibujos y colores, cual si fueran árboles de navidad rodantes.
Naturalmente no cuentan con tecnología de punta, y su estado general deja mucho que desear. A 60 km//h, el Tata naranja de Karni tiembla por todas partes, y parece que los pistones estuvieran por salirse del motor.
En una de las paradas en el camino, en un gran poblado, una moto cruza la carretera sin mirar y resulta atropellada por un camión que venía a toda velocidad. Su chofer intenta abandonar el lugar de los hechos, pero la muchedumbre y la policía hacen que cambie de opinión y desista de darse a la fuga.
Sin la presencia de los agentes, seguramente los aldeanos encolerizados lo hubieran linchado, aunque no fuera el responsable directo del siniestro.
Llegada de Volvo
Cruzarse con un camión del fabricante sueco, es tan raro como encontrar una piscina en medio del desierto. Sin embargo Volvo aterrizó en el país, en virtud del notable crecimiento industrial y tecnológico de India, experimentado durante los últimos años. El reconocido talento indio en materia de informática, estimula al gobierno a recuperar en la mayor medida posible el enorme retraso que tiene el país en sus infraestructuras.
En cincuenta años, la India no había construido más de 556 kilómetros de autopistas, pero en 1999 se presentó un proyecto de 14.000 km a construir en los siguientes 10 años, y aunque con algo de retraso, el proyecto Golden Quadrilateral está en marcha. Un ambicioso programa que unirá las cuatro grandes ciudades del país entre sí.
Sin duda, demasiado ambicioso, si tenemos en cuenta la terrible burocracia que paraliza en gran medida la economía del país desde su independencia, sumada a las querellas políticas y sobre todo, el peso de la corrupción que vive la región.
Sin embargo, esto no impide a Volvo apostar por el mercado indio. Incluso su progresión de ventas es del 20 al 25 %, que mejorará proporcionalmente con la nueva red de carreteras. Pero el mayor freno al desarrollo de Volvo en la India reside en la seguridad y la falta de conductores profesionales.
Allí conducen de forma suicida y ruegan salir airosos cada día en las oraciones cotidianas y en las donaciones de dinero que dejan al pie de los templos que se suceden a lo largo de la carretera. Clarísimo: para qué respetar las normas básicas de seguridad si en su lugar, tienen a su lado el favor de los dioses que se ocupan de ellos a cambio de unas pocas monedas.
Volvo tiene una plantilla de conductores profesionales expertos, que se dedican a formar a los flamantes propietarios de las nuevas unidades de la marca sueca. Hasta el momento, el fabricante nórdico ya tiene unos 3.000 nuevos conductores formados en su planta india, preparados tanto para manejar de modo eficiente y seguro, como para realizar el buen mantenimiento de su unidad.
Las carreteras que atraviesan el desierto indio, regularmente desaparecen bajo las arenas voladizas, por lo cual requieren de un mantenimiento riguroso. Tarea que realizan las mujeres que permanentemente dibujan su silueta enfundadas en su sari (traje típico femenino) a lo largo de las rutas, concretando su tarea con ayuda de palas y grandes cestos, con brazos, pies y orejas cubiertas de joyas tradicionales. Generalmente, llevan prendidos de las caderas a sus hijos pequeños.
Estas mujeres se ocupan del mantenimiento de carreteras y son quienes cavan pozos y zanjas y rellenan los baches con alquitrán. El status femenino en Rajastán, tal vez sea uno de los más duros del mundo.
Karni detiene su camión a las seis de la mañana, mientras asoman los primeros rayos de sol, tras una larga noche al volante de su camión, mientras Mahendra prepara un té de canela, jengibre y pimienta a modo de bienvenida después de la jornada de trabajo.
Con su viejo Tata naranja, participa de la aventura formidable en la que se ha embarcado su país, enfrentando el desafío de llevar a cabo un proyecto de infraestructura que involucra a toda la nación.
Hasta que ello ocurra, superando los viejos demonios del continente como la burocracia y la corrupción, deberá seguir confiando en su buen karma al comienzo de cada jornada de trabajo enfrentando la travesía del Rajastán bajo la protección de los dioses.
Luis Piedra Cueva - Fuente y fotos: Solocamion.es
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