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Hasta siempre Lole

Carlos Reutemann, el ídolo que no pudo ganar un título mundial en la Fórmula 1

Muchos años después de Fangio, volvió a colocar la bandera argentina en la máxima categoría para lograr 12 victorias en toda su trayectoria

08.07.2021 08:21

Lectura: 6'

2021-07-08T08:21:00-03:00
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El popular "Lole" fue uno de los grandes ídolos deportivos para los argentinos, durante una época en la que también brillaron Guillermo Vilas en el tenis y Carlos Monzón en boxeo.

Criado en un paraje denominado Manucho, a 45 km de la ciudad de Santa Fe, Reutemann iba a la escuela montado a caballo. Recién a los 23 años de edad tuvo su primera oportunidad de competir en el automovilismo, en una categoría sobre tierra llamada Turismo Mejorado C, en la que salió campeón un año después, en 1966, al mando de un Fiat 1500.

A finales de la década, con el apoyo del Automóvil Club Argentino (ACA), tuvo la chance de viajar a Europa para iniciar una trayectoria de poco más de una década durante la que dejó una profunda huella para el automovilismo de alta competencia de Argentina y el mundo.

El popular "Lole" atrapó la atención de muchos fanáticos de su país, que puntualmente cada domingo se "prendían" a las transmisiones televisivas de ATC para seguir en vivo las carreras de la Fórmula 1. Aunque también tuvo una buena cantidad de compatriotas detractores que lo consideraban falto de coraje y audacia como para lograr grandes cosas.

A pesar de ello, para todos fue una gran sorpresa cuando se concretó su llegada a la escudería Ferrari, una de las más poderosas dentro de la categoría.

Lo cierto es que en su haber quedaron 146 grandes premios disputados, logrando 12 victorias, 6 pole positions y 45 podios. Esas conquistas llegaron de la mano de los cuatro equipos para los que compitió: Brabham, Ferrari, Lotus y Williams.

Su primer éxito destacado en la Fórmula 1 llegó a bordo del Brabham BT 44, en marzo de 1974, cuando se corría el GP de Sudáfrica en el Autódromo de Kyalami, tercera fecha del Campeonato de ese año. Esta conquista tuvo un valor agregado pues en cierta forma compensó el sabor amargo del GP de Argentina del mes de enero, cuando lideraba la carrera y a media vuelta del final tuvo que abandonar porque se quedó sin combustible.

Esta historia curiosa, pocas veces vista, tuvo una explicación pública más de 20 años después, de boca del propio Gordon Murray, diseñador del auto. Contó que olvidaron cargar un bidón de 18 litros de combustible, pues mientras estaban en esa tarea, poco antes de largar, descubrieron que una rueda trasera estaba pegada al portamaza y no había forma de sacarla.

Desesperadamente dejaron lo que estaban haciendo para cambiar la suspensión trasera por la del auto muletto, y poder llegar a tiempo para ubicarse en la grilla de partida. Ese olvido significó una de las mayores frustraciones para Reutemann, quien nunca logró digerir ese trauma. Tenía en sus manos un auto ganador, impulsado con un flamante motor Cosworth llegado el día anterior a la carrera y que durante las pruebas de tanques llenos, "Lole" tuvo que disimular para no demostrar todo su potencial. Tomó la punta en la tercera vuelta y lo que parecía un paseo triunfal, se truncó a muy pocos metros de bajar la bandera a cuadros.

Reutemann nunca ganó en Argentina y nunca conquistó un título mundial en la Fórmula 1. Fue un protegido de Frank Williams, quien también le soltó la mano a partir de una desobediencia al no dejar pasar a su compañero de equipo Alan Jones en Río de Janeiro. "Si lo dejaba pasar, agarraba el bolso y me iba a mi casa", diría años después. También en Ferrari lo quisieron, después de que anunciara su retiro en 1982, después del GP de Brasil.

De perfil bajo, sin estridencias mediáticas y sin demasiados afectos entre sus rivales, convivió con la época de las "polleritas" del efecto suelo, que fueron una revolución cuando Lotus empezó a usarlas en sus autos y que años después fueron prohibidas, pues ante la menor incidencia, los autos salían volando cual verdaderos planeadores por el aire. A pesar de que fueron tiempos muy convulsionados para la categoría que se había convertido en un infierno, cargada de conflictos entre los pilotos, equipos y los organizadores, "Lole" siempre pudo mantenerse alejado, lo cual reafirmó su imagen intachable de rectitud, profesionalismo y responsabilidad.

Entre sus grandes logros figura la gran victoria conquistada en el GP de Mónaco en 1980, un viejo anhelo hecho realidad, en una carrera histórica que finalizó bajo lluvia y con un desempeño épico para el argentino.

Se retiró en marzo de 1982 tras disputar la carrera del GP de Brasil, en Jacarepaguá, con 40 años de edad y completando algo más de una década de actividad profesional. La decisión estaba tomada para esa temporada, aunque la insistencia de Frank Williams hizo que estuviera al volante apenas por un par de carreras, con un trato verbal cumplido estrictamente por el piloto santafecino.

Si bien durante toda su trayectoria deportiva murieron 17 pilotos compañeros de la categoría, lo que habla de la precariedad que todavía tenían los monoplazas en materia de seguridad en aquella época, Reutemann pudo contar la historia. Pero tal vez la pérdida que le afectó en mayor medida fue la de su colega canadiense. "Estaba en el campo y uno de mis colaboradores me dice que se mató Giles (por Villeneuve, su entrañable compañero y amigo) y no lo podía creer. Quedé muy mal, diría conmocionado", comentaba el ídolo rioplatense al periodista Marcelo Mercado, de Carburando.

Carlos Reutemann no pudo cruzar la meta de su última carrera, y murió acompañado de sus seres queridos en Santa Fe. Seguidores amantes del automovilismo y también de su posterior carrera política, recordarán con afecto la trayectoria de una personalidad que más allá de éxitos y fracasos, marcó una línea de conducta dominada por la rectitud y honestidad de sus actos, virtudes altamente valoradas en el mundo actual.

Con este sencillo homenaje también quien escribe adhiere a los saludos para sus familiares, seguidores y amigos, aunque sin ser local, también en calidad de fanático de la Fórmula 1 que en aquellos años era uno más de los tantos argentinos que los domingos estaba pendiente de las transmisiones de TV, en la bella ciudad de Rosario, con la esperanza permanente de verlo ganar.

Hasta siempre, "Lole".

Con información de La Capital de Rosario y Carburando