Automovilismo

Para el lado que disparan

'Torfaera', el deporte del motor que hace rugir a Islandia

Se trata de una especialidad autóctona del automovilismo que enloquece al país, y naturalmente, también a quienes lo practican

14.11.2019 10:05

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2019-11-14T10:05:00-03:00
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Akranes (Islandia), 12 de noviembre de 2019 - Hacer rugir el motor de un bólido antes de lanzarse por una colina de gran desnivel para asegurar el espectáculo. En Islandia, 'torfaera' es una especialidad automovilística autóctona que enloquece al país desde hace más de medio siglo.

Al final del verano, el monte Akrafjall, que custodia la pequeña ciudad de Akranes (sudoeste), se transforma en una pista de automovilismo durante un día. En vez de asfalto, los 19 vehículos 'buggies' deben transitar una tierra rocosa salpicada de hierbajos.

Conocida en inglés como "formula off-road" (fórmula todo terreno), 'torfaera' significa en islandés "conducción difícil" o "carretera difícil".

Al comienzo de la cuarta de las cinco pruebas que constan en el campeonato islandés, los 'buggies', con impresionantes ruedas y suspensiones intentan atravesar los obstáculos, como si se tratara de motocross.

Con un coche llamado Bomban, "la bomba" en islandés, Olafur Ingjaldsson parece nervioso al inicio de su carrera. "Va tan rápido que olvidas todo", señala a la AFP este treintañero, intentando tranquilizarse.

En el momento de salir, el piloto tiene únicamente como protección un casco, un arnés y el techo de su cabina semiabierta.

Normalmente la competición se desarrolla en 6 u 8 pistas técnicas a lo largo de la colina y los vehículos encadenan idas y vueltas hacia la cima, pasando a través de una serie de puertas.

Pararse en la pista, tocar una puerta o dar marcha atrás provoca automáticamente una retirada de puntos.

Nacida en los equipos de rescate

Habilidad, potencia y suspense son el cóctel que provoca aclamaciones de una multitud formada por miles de espectadores que rodean las pistas.

La especialidad atrae a un público familiar, tan numeroso como un partido de la primera división de fútbol del campeonato local. Los precios también son parecidos (2.5000 coronas la entrada, 18 euros).

"El placer reside en la excitación de escuchar el ruido y de ver a la gente intentar cosas que son imposibles", explica Tryggvi Thórdarson, presidente de la Federación Islandesa del Automóvil, que incluye 'torfaera'.

La modalidad nació en Islandia a comienzos de los 60, cuando aficionados a los 4x4 que trabajaban en los equipos de rescate del país se dieron cuenta de lo que eran capaces de hacer en las numerosas colinas del original paisaje de la isla.

Los campeonatos se iniciaron para recolectar fondos para la asociación de rescate. El primero oficial se disputó en 1965 en el valle de Mosfellsdal, cerca de Reykjavik, la capital.

Fuera de Islandia también consiguió popularidad, principalmente en los países nórdicos, llegando incluso a Estados Unidos. Pero el país del extremo noroeste europeo sigue revindicando la paternidad de la fórmula todoterreno.

Vehículos muy caros

En la colina de Akrafjall, el vehículo del Team 16 bautizado como Hekla tiene 1.000 caballos. "Las pistas no son muy largas pero difíciles, hay que girar, por lo que la velocidad no es para nada una opción. Todo es una cuestión de potencia", señala el mecánico Arnar Bjarkarsson.

La receta del éxito es un secreto a voces. "Cuanto más se entrena, mejor eres", dice Thór Pálsson, vencedor del campeonato en 2018.

Pero la mayor parte de los pilotos son aficionados y no tienen el tiempo suficiente para perfeccionar su manejo de las máquinas, por lo que deben fiar gran parte de su destino a la suerte.

"Tengo que ir poco a poco, lo consigues o no", dice Haukur Einarsson, piloto y bajista en un grupo de rock en sus horas muertas.

Cada 'buggie' cuesta entre 5 y 15 millones de coronas (de 35.000 a 110.000 euros), solo 75.000 coronas para los neumáticos, cubiertos en parte por los patrocinadores.

Incluso a comienzos del milenio, las más importantes cadenas de televisión internacionales, como la BBC o Eurosport, se interesaron por este deporte, que multiplicó los patrocinadores, un crecimiento interrumpido por la crisis económica de 2008, que golpeó a la isla con dureza.

AFP