Antes de analizar cuánto tienen de cierto los "métodos" que en la creencia popular permiten alterar el resultado de la medición del alcohol en sangre cuando estamos manejando, conozcamos la esencia del funcionamiento de los espirómetros.
Como es sabido el alcoholímetro mide en gramos por litro de sangre la existencia de alcohol etílico, y para comprobar si esa cantidad supera los límites reglamentarios, debemos soplar una boquilla en el aparato que medirá dicha proporción de alcohol a través de nuestro aliento.
En realidad esta explicación no es del todo acertada ya que al alcoholímetro sólo le interesa el aire de nuestros pulmones y más precisamente de los alvéolos que es donde tiene lugar el intercambio gaseoso entre nuestro sistema circulatorio y el exterior. Por esta razón el agente de tránsito nos obliga a inspirar con fuerza y a expulsar literalmente hasta la última gota de aire de los pulmones.
De esta forma el aparato suele tomar como muestra solo la parte final de nuestra exhalación.
Para entender mejor esto imaginemos que mezclamos alcohol y agua en un vaso y que parte del alcohol sale del agua y pasa al aire. Este fenómeno que fue postulado por el químico inglés William Henry en el año 1803 nos permite concluir que cuanto más alcohol tengamos en el agua, más cantidad pasará al aire.
Lo mismo pasa con nuestra sangre: si contiene alcohol, el aire alveolar también contiene alcohol y cuanto más copas hayamos tomado, más alcohol tendrá nuestro aire alveolar. Como el aire que analiza el alcoholímetro no es el de nuestra boca sino el de nuestros alveolos, entonces es simple concluir que resulta "imposible" que logremos engañar al alcoholímetro.
Creencias populares
Continuemos entonces analizando algunas creencias erróneas sin fundamento que pretenden hacernos creer que es posible confundir al alcoholímetro. Como podrán apreciar, algunas son absurdas y hasta graciosas. Y otras directamente muy peligrosas.
*Masticar granos de café: completamente inútil.
*Tomar una cucharadita de aceite, líquido de frenos o gasoil: además de ineficaz, sumamente peligroso.
*Medicarse con ibuprofeno u otros productos: totalmente inútil.
*Comer abundante: es real que comiendo, el alcohol tarda más en hacer efecto porque necesita más tiempo para extenderse por el cuerpo. Pero con esto no se puede impedir que el alcohol se incorpore a nuestra sangre.
*Ni pienses en aspirar en lugar de soplar: el Inspector de Tránsito se daría cuenta enseguida.
*Ingerir pasta de dientes: sin ningún sentido.
*Beber mucha agua: no ayuda a diluir el alcohol.
*Nos queda vomitar: lo único que conseguiremos con esto es eliminar el alcohol del estómago, pero no el que está en la sangre.
También cabe preguntarnos si la lectura del alcoholímetro es confiable. Naturalmente, estos aparatos han pasado numerosas pruebas que lo certifican como fiables.
Sin embargo existen algunos casos en los que se pueden alterar los resultados:
*Haciendo ejercicio físico: en un estudio anaeróbico, un grupo de individuos menores de 25 años, disminuyó la tasa casi un 10% después de subir corriendo 12 pisos por escaleras.
Pero como contrapartida, con el aumento de la temperatura corporal el aparato detecta mayor tasa de alcohol porque con dicho incremento, también aumenta la volatilidad del alcohol que pasa por los alvéolos.
De paso vale agregar que los líquidos de enjuague bucal aumentan la tasa inicial, ya que contienen alcohol.
Hay una forma
En definitiva, llegamos al punto en que podemos resumir lo que vimos en una afirmación cierta; la única fórmula para no dar positivo en el control de alcoholemia, es mucho más simple de lo que podíamos imaginar: NO BEBER SI LUEGO VAMOS A CONDUCIR.
¿Tenías alguna esperanza de encontrar una fórmula mágica?¿Quedaste decepcionado?.
Lo lamentamos. Con una información clara y concreta intentamos aportar nuestro granito de arena para que hoy, cuando salgas a divertirte, puedas regresar a tu casa y en el camino #NoTeDesVuelta.
Luis Piedra Cueva - Formando Conductores
