Automovilismo

Los viejos también corren

Un cordobés participa del Dakar con un añejo Rastrojero

La histórica “chatita” argentina de los años 60 fue remodelada para adaptarle un potente motor de Camaro y cumplir con las normas de la prueba

04.01.2017 10:48

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2017-01-04T10:48:00-03:00
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Nuestros vecinos rioplatenses, y por cierto los más veteranos, tienen especial afecto por este vehículo. Se trata de una camioneta muy simple y confiable, herramienta de trabajo ineludible para quienes se dedicaban al transporte en general.

Nacido en 1952, el popular Rastrojero fue un producto cordobés de IAME (Industrias Aeronáuticas Mecánicas del Estado), y estaba impulsado con un motor diesel Borgward 1.8 de 4 cilindros, inyección indirecta, calentadores, y 42 caballos. La última unidad, ya con una importante evolución estructural y un nuevo motor diesel Indenor de 60 CV, se fabricó en 1979.

José Blangino y el Dakar

Cordobés de pura cepa, oriundo de la localidad de Monte Cristo, Blangino ya tiene experiencia en el Dakar. Corrió seis veces en distintas categorías y con cambios de copilotos, hasta que finalmente este año se decidió por preparar su propia unidad de carrera, sobre la base del añejo Rastrojero.

Compartimos el informe del diario cordobés La Voz del Interior, escrito por el periodista Walter Kanqui García.

Hay cosas que nunca cambian. Siete de la tarde en Monte Cristo. Es lunes. En medio de un galpón de unos 120 metros cuadrados, cinco hombres trabajan, sin pausa, sobre un repuesto que, de lejos, se nota acaba de ser desembalado. En el medio, de "espaldas", asoma "la" máquina. "Estamos armando la caja, recién hoy la pudimos sacar de aduana, pero en unas dos horas tenemos todo listo y ya mañana (por el martes) nos vamos", asegura José Antonio Blangino.

Sí, horas antes de emprender el viaje rumbo a Asunción para largar el Dakar 2017, en el vehículo del cordobés seguían trabajando a pleno. La situación, por complicada que parezca, es una constante en la mayoría de los equipos -los no oficiales, claro- que forman parte de la competencia: siempre hay algo por hacer, hasta el último minuto. Lo dicho, hay cosas que no cambian.

"Hemos tratado de armar algo bien cordobés, que además de argentino sea cordobés", agrega Blangino, en su clásico tono de voz acelerado, claro pero acelerado, y le da un par de palmadas al capó. La carrocería no da lugar a dudas: suaves líneas marcan el diseño del techo y el capó, mientras que se torna agresivo hacia los guardabarros delanteros, planos. De frente, la forma y la distribución de los faros y las luces de giro confirman el supuesto: se trata de un viejo y querido Rastrojero.

Y el toque bien cordobés al que hace referencia "Pipo" se ve en cada centímetro cuadrado del vehículo, cuya adaptación se hizo "puertas adentro". "Lo hemos hecho todo de manera artesanal, con los chicos del pueblo", reconoce, a la vez que reafirma que están listos para "dar lo mejor y buscar terminar la carrera".

Mientras "pican" algo -es la hora de la merienda-, el trabajo no se detiene. Hay una caja que terminar, unas butacas que instalar y un camión de asistencia que cargar. Todo, como buenos cordobeses, se hace con chistes de por medio. La mejor manera de convivir, si pensamos que los dos mecánicos, el chofer del camión y el piloto y copilo pasarán juntos unos 20 días.

"Compramos un Rastrojero en desuso, modelo 66. A partir de ahí lo fuimos construyendo; hicimos todo en chapa primero, lo agrandamos para que entre la mecánica, y con ello hicimos la matriz para luego trabajar en fibra de vidrio", describe el cordobés que afrontará su séptimo Dakar consecutivo, para luego recordar, también entre risas, que otra vez eligió el amarillo porque es "el color con el que mejor se ve la publicidad" de la empresa familiar.

En esas seis apariciones previas, siempre hubo algo distintivo: primero corrió solo, en cuatriciclo, luego llevó a su mujer Adriana Andriani y se pasó al buggy. Más tarde probó con las camionetas y ahora, otra vez con Luciano Gagliardi como copiloto, irá con el Rastrojero.

"Con Luciano corrimos el año pasado. Mi esposa estaba embarazada (de cuatro meses al momento de la largada), entonces no me pudo acompañar. Nos divertimos mucho, nos llevamos muy bien y, más allá de los errores suyos o míos, siempre tuvimos buena onda", explica. Reconoce, además, que Adriana este año tampoco va porque "no le dejan llevar el huevito con Donatello (su hijo) adentro".

Un motor Camaro V8 (de unos 300 CV) impulsará el vehículo 345 de "Pipo", quien larga con la intención de completar, por tercera vez, el recorrido del rally. A diferencia de los bólidos de los equipos súper profesionales, este tiene un equipamiento "base". "No tiene aire, bueno, calefacción no le hace falta. No tiene nada, ni ventiladores. Es que el Dakar, para mí, es así, hay que sentirlo", sentencia, mientras muestra el interior de la cabina. "De todas maneras, los vidrios sí se abren", bromea antes de iniciar una nueva aventura. La meta es el disfrute. Como siempre, eso tampoco cambia.

Bajo un sol que estuvo a pleno, en la mañana de este lunes salió a la calle para correr la primera etapa, entre Asunción y Resistencia.

Al culminar la jornada, se ubicaba en el puesto 47, a 8´54" de la cima, a esa hora en manos de Nasser Al-Attiyah y su Toyota.

"Todo perfecto, fue una etapa cortita pero traicionera. Nos fue bien, mucho calor", le dijo Blangino a Mundo D.

"¿Aire? Sí, cuando abro la ventanilla ¡Qué voy a tener aire!", dijo al ser consultado por las altas temperaturas que sufrieron este lunes.

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